ENSEÑANZA DE LA FÍSICA Y LA QUÍMICA
EL HELIO: UN “METAL DEL SOL”
El 16 de agosto de 1868 va a tener
lugar un eclipse de sol que se manifestará totalmente en la zona de la India.
Numerosos astrónomos aprovechan para estudiar la cromosfera solar. Un francés,
Pedro J.C. Janssen, lleva consigo un espectroscopio
ideado por Bunsen diez años antes. Al pasar la luz por la corona
solar perfectamente enmarcada durante el eclipse, a través del espectroscopio
se determinaron una serie de rayas espectrales: La línea D1 y
D2 coincidían perfectamente con las del sodio, pero una tercera
la D3 de longitud de onda 5.875,98Å, próxima a las otras, no
correspondía a ningún elemento conocido. Envía este dato al astrónomo inglés
José N. Lockyer que repite la experiencia sin eclipse, y encuentra
la misma raya amarilla brillante, clara y fuerte. Los dos mandan sus trabajos
a la Academia de Ciencias de París y aunque Janssen, lo hace antes, ambas llegan el 23 de octubre de 1868. Se leen
el 26 de octubre, pero en dichos trabajos, no aventuran la existencia de un nuevo elemento.
Será bastante más tarde, en enero de 1869 cuando el astrónomo Secchi
lo comprueba pero supone que la raya D3,
se deba al hidrógeno en condiciones de presiones y temperaturas muy altas,
diferentes a las existentes en la Tierra.
En un trabajo publicado el 3 de
abril de 1871, Lockyer sugiere que debe tratarse de un nuevo elemento que
sólo se hallaba en la atmósfera solar, lo llama ELEMENTO X.
Frankland propone el nombre de HELIUM, Ael metal del sol@, basado en el nombre griego del
sol, ELIOS (ήλιoς, sol) y ELE (έλη,
luz), que ya aparecen en Homero. Siguiendo la costumbre berzeliana, lo latiniza
con el sufijo IUM. Dicho nombre será pronunciado por vez primera
por Lord Kelvin, presidente de la Royal Society, en sesión de 3 de agosto de 1871.
Pese al escepticismo con que fue acogido, y gracias a la influencia
de Frankland, el nombre perdurará. Ahora bien, el elemento no tiene importancia;
el "metal" no existía en la Tierra. Este nombre producirá el símbolo
He del elemento.
Veintidós años más tarde, el geólogo
norteamericano Hillebrand, tratando una pechblenda con ácido sulfúrico, observa el desprendimiento
de un gas insoluble en el agua e incombustible, inodoro e incoloro. No podía
ser, por lo tanto, ni dióxido de carbono, ni hidrógeno; sólo nitrógeno.
Por iniciativa de Miers, Ramsay estudia en 1894 ese supuesto nitrógeno. El 5
de febrero de 1894, ya dispone del
mineral cleveíta, encargando el análisis a su alumno Matthews. Evidentemente
un 20% lo es, pero al hacer saltar la chispa con oxígeno, en presencia de
álcalis (la antigua técnica de Cavendish), queda un residuo. El 22 de marzo
de 1894, posee cantidad suficiente de gas puro para estudiar su espectro,
y junto con el incrédulo Brauner (invitado aquel día en su laboratorio), lo comparan
con el del argón y con el del sodio.
La raya amarilla se diferenciaba. Era un nuevo elemento. Lo llama KRIPTÓN,
derivado del griego κρυπτός,
oculto, por estar escondido en el mineral.
Posteriormente envía una muestra
a Crookes, colaborador en la investigación
sobre el argón, y otra a Lockyer, la someten a espectroscopia.
Al día siguiente, Ramsay recibe un telegrama de Crookes: "SU KRIPTÓN
ES HELIO 547,89. VENGA Y VÉALO". Así
reaparece la ya famosa raya D3; era el HELIUM en la Tierra. Lockyer lo describe así: "Cuando
experimenté el gas, el brillo amarillo del capilar era una visión digna
de ser vista"1. Ramsay publica
el descubrimiento como suyo, en la revista que dirigía Crookes, la Chemical
News, el 29 de marzo de 1985. Sin embargo, un año antes de la misma, el
astrónomo H.Kayser ya lo había reconocido en la atmósfera de la
Tierra, pero la descripción de este hecho en la revista química alemana
(Ch.Ztg.19, 1549. 1894), había pasado desapercibida.
Aunque toda la gloria del descubrimiento
del HELIO en la Tierra se
la atribuye Ramsay, también el profesor Teodoro Cleve, de Upsala, y su ayudante Langlet, lo habían encontrado ocluido
en un mineral de uranio, la cleveíta ya mencionada. El
helio era más puro que el de Ramsay, pero hicieron público el descubrimiento
más tarde. Todavía antes, en 1882,
el profesor Luis Palmieri lo analiza espectroscópicamente e identifica
integrado en unas lavas del Vesubio. Todas estas investigaciones no suelen
aparecer en los textos y fueron anteriores a la fecha oficial del descubrimiento
hecha por Ramsay en la Academia de Ciencias, el 24 de marzo de 1895. Por
fin había surgido un hermano al ARGÓN, en este caso un hermano menor.
El grupo 0 estaba confirmado.
Sin embargo la polémica estaba
suscitada, pues el grupo 0 y sus masas atómicas no encajaban en la sistemática
periódica de Mendeléev, que tantos éxitos había tenido.
Toda la escuela rusa, especialmente el profesor Brauner de Praga, se opone a los nuevos descubrimientos,
preconizando no sólo que el argón
era N3 con una estructura triangular, sino que el propio helio
no era tal, sino H3 con geometría idéntica.
Incluso el profesor Victor Delahaye, lo consideró como un "azoturo
de carbono" (nitruro de carbono), en 1895. Más tarde, cuando Mendeléev
por fin aceptó la existencia del
grupo 0, incluso propuso la existencia de dos nuevos gases, el X y el Y.
Aquél identificado con el ether, el elemento gaseoso tan buscado por los
físicos del XIX.(Por fin se había encontrado! Así se publica en 1902. Una rayas, que identifica Lockyes en la atmósfera del sol, deberían ser
producidas por esos dos elementos, uno el CORONIUM, (el Y de Mendeléev) cuyo peso atómico sería 0,4
veces el del hidrógeno; el otro,
el famoso ETHER, que daría el elemento ETHERIUM, identificado por Brush en 1898, con peso atómico entre 10-10
y 10-12 del hidrógeno.
El hecho del empleo del espectroscopio para determinar elementos "extraterrestres", dio lugar a la proliferación de nuevos elementos químicos, siempre que aparecía una raya diferente en su longitud de onda, a las tabuladas. Así aparecen también el GEOCORONIUM, el NEBULIUM , ARCONIUM, ASTERIUM, PROTOFLÚOR etc. que resultaron ser elementos ya conocido
También aparecerán nuevas profecías.
Recordemos que el francés Lecoq de Boisbaudran había creado una sistemática que
relacionaba las rayas del espectro con los pesos atómicos, en los elementos
de la misma familia, sistemática que le había ayudado al descubrimiento
del galio, comprobando indirectamente la ley periódica de Mendeléev. Pues
bien, quizá lo que va a permanecer más desapercibido es el artículo que
este científico, publica en Comptes Rendus, de 1895, con el título "Remarques
sur les poids atomiques". En él va a pronosticar los pesos atómicos
de todos los elementos no descubiertos del grupo 0, con una precisión extraordinaria.
Para el argón, 39,94. Para el anterior, todavía no descubierto, 20,0945. Para el siguiente, cuarto de la familia
84,01 y por fin para el quinto, 132,71. La familia estaba determinada, pero
los elementos todavía no habían sido aislados ni bautizados. Es extremadamente
curioso, que la desviación entre sus valores y los actuales, no llega al
1%.
Faltaba una pieza fundamental,
un gas con las mismas características que los anteriores, pero de masa muy
próxima a 20; el gas desconocido. En una carta de Ramsay en agosto de 1887, dirigida a la asociación británica
de Toronto, titulada precisamente así: AEl gas no descubierto@, relata sus infructuosas búsquedas.
Debería encontrarse en la fracción pesada de la difusión del helio. El aire
líquido se lo suministra Hamson de la compañía de oxígeno Brins. Allí aparece
un nuevo gas; el META ARGÓN. Su espectro parecía bastante más complejo que
el del argón, aunque su densidad se aproximara a la de éste. Sin embargo
enseguida aparecieron discrepancias. El físico inglés Schuster relacionó
algunas líneas con las correspondientes a las bandas de Swan, también observadas
en el espectro del monóxido de carbono, y que realmente se deben al C2,
achacándolas por lo tanto a impurezas. Ramsay, Travers y Baley, avalaron los criterios de pureza,
a los que sometieron al meta argón. Un año después,
se descubrió que realmente las rayas espectroscópicas que habían caracterizado al nuevo elemento, surgían
de la contaminación del carbono, proveniente del fósforo amarillo utilizado
para sustraer el oxígeno del aire líquido. Sin embargo, el cambio de opinión
fue bastante lento, porque incluso en diciembre de 1898, Ramsay incluyó
como nuevo elemento al meta argón, en una conferencia
dada en la Royal Society de Londres; sólo en noviembre de 1900, rectificó
su idea. El meta argón, por lo tanto, vivió 3 años, e incluso se le encontró
un hueco en la sistemática periódica, con símbolo Ma.
Pocos años después se explicaría
el por qué aparecía helio en los minerales de uranio y en las lavas del
Vesubio, y sólo mucho más tarde, porqué se encontraba en el Sol, y por qué
era el segundo elemento más abundante del universo y del sistema solar,
siendo tan escaso en la Tierra.
Efectivamente el hecho de que las
partículas alfa que desprenden los elementos pesados para estabilizarse,
sean núcleos de HELIO, es el origen de la existencia de este elemento
en la corteza terrestre. La abundancia de uranio y torio, hacen que las
partículas alfa que emiten al ser frenadas por las rocas que las rodean
tomen los electrones que les faltan convirtiéndose en átomos de helio que
quedan atrapados en las mismas rocas. Por eso aparecieron en el Vesubio.
Precisamente y dado que se conoce el período de semidesintegración del uranio
y el torio, se pueden datar las rocas midiendo la cantidad de helio encontrada.
Otra parte del helio que pueda difundirse se recoge en bolsas de gas natural,
por eso apareció así este elemento.
Después del hidrógeno, es el elemento
más abundante del universo, casi un 20%, ya que se trata de una de las materias
primas estelares, por eso aparece en el sol, y de ahí su nombre. Sin embargo
no se formó en los primeros momentos. Primero lo hizo el núcleo de deuterio
por colisión de dos protones, emitiendo un positrón y un antineutrino. El
segundo paso fue la formación de un núcleo de Helio 3, por fusión entre el deuterón con otro protón,
que al recombinarse con sí mismo producirá el núcleo de helio 4 (dos protones
y dos neutrones). Por cada mol de helio engendrado en el sol se desprenden
592 millones de calorías, energía que mantiene la fase estelar. Esta pérdida
de energía implica otra de masa colosal, hasta tal punto que cada segundo
el sol disminuye su masa en 4.264 millones de toneladas, lo cual ocasiona
una pérdida de energía gravitacional y a consecuencia de ello, los planetas
y entre ellos la Tierra, tienden a separarse del Sol.
También surge ARGÓN en el
sol, pero en menos cantidad y a través de un proceso muy diferente, ya que
lo hace a través del cloro según un mecanismo de nucleosíntesis.
El helio sólo existe en cantidad
en la atmósfera de Mercurio y en los grandes planetas exteriores. En la
Tierra debió existir, pero su campo gravitacional es muy pequeño y también
su velocidad de escape, frente a la velocidad media de sus átomos, que depende
de su masa y temperatura y sólo queda en pequeña proporción.
1 La raíz del griego ³λιoς,
está en el indoeuropeo *s~wel, sol, emparentada
con el oro a través del color y brillo, según se trató al desarrollar
el origen del nombre de este elemento químico. Debemos recordar, que el
aurum latino deriva del ausom sabino (salir el sol), y que éste era en
galés haul, en gótico sauil, en bretón heol, en letón sáulè, y en islandés
antiguo sÇl.
ALMACÉN
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