GRUPO HEUREMA. EDUCACIÓN SECUNDARIA
ENSEÑANZA DE LA FÍSICA Y LA QUÍMICA
METALES POR UN AÑO
Hemos visto en las secciones anteriores,
los problemas surgidos en los intentos de localizar e identificar nuevos
elementos metálicos en los minerales
más extraños, para completar las nuevas familias aparecidas y rellenar
la sistemática periódica de Mendeléev. Las nuevas técnicas espectroscópicas
y de separación de mezclas, se aplicaron no
sólo a los casos anteriores, sino a minerales ya conocidos de los
que se habían extraído metales identificados. Así aparecieron los que
he llamado metales por un año, que invaden la bibliografía química, durante
el período que va desde 1840 a 1940, y que esporádicamente surgen en los
textos, en una determinada edición, desapareciendo en la siguiente al
comprobarse que no eran nuevos
elementos.
Por curiosidad vamos a comentar
algunos de sus nombres, para argumentar las tendencias que se emplearon
en la forma de bautizarlos, recordando los nombres originales en que se
basaron.
Por ejemplo, conocemos el COBALTO
y el NÍQUEL, metales con nombres de duendes o pequeños demonios de las minas, pues bien en
un mineral que contiene dichos metales, Kruss encuentra en 1889 unas rayas
espectrales, que no corresponden a aquellos; deben pertenecer a un nuevo
metal. )cómo llamarlo?, pues GNOMIUM
(Gn), para continuar la misma tendencia. La orientación demoníaca se reforzará
con el DEMONIUM de Rowland en 1894.
Recordemos que el VANADIUM, debe su nombre
a la belleza y colorido de sus sales; Vanadis es la diosa de la belleza
en la mitología nórdica. Cuando se encuentra otro posible metal, en minerales
de vanadio, como le ocurre a Websky en 1884, no concibe otro nombre que
el de IDUNIUM (Id), debido a que Idune, es el equivalente a Vanadis,
y a Freia en la mitología germánica, la diosa que guarda las manzanas
de oro que daban la eterna juventud a los demás dioses. El THORIUM,
recibió su nombre de Berzelius, por el dios Thor de la mitología escandinava;
la aparición de nuevos metales en minerales comunes, hace que sus nombres
los recuerden. Así Richardson en 1836, bautiza a un metal como DONIUM,
y Bergmann en 1851, a otro como DONARIUM, ambos se basan en el
dios de la mitología germánica Donar
[1]
, dios del trueno, equivalente a Thor de la
escandinava, siempre llevando encima su maza o martillo.
Hemos explicado que hubo varios
metales que llevaron el nombre de RUSIUM, otros HELVETIUM,
FRANCIUM, GALLIUM, GERMANIUM, POLONIUM, NIPPONIUM,
CANADIUM etc. en honor país del investigador o investigadores que
los descubrieron. Pues bien, también hubo dos AUSTRIUM (At), el
propuesto por Liennemann, en 1886, y el de Brauner en 1889. Antes, un
NORIUM (No)
[2]
, descubierto en 1845 en un mineral noruego
por Svanberg: pretendía cubrir el hueco del elemento 72. También Bahr,
relaciona a su país cuando en 1862,
bautiza al WASIUM, en función de la dinastía Wasa que gobernó Suecia.
Recordemos que Bohr, propuso el nombre de DANIUM, para el elemento
que conocemos como hafnio, en 1922, en honor de su país; pues bien, veinticinco
años antes, Lauer propuso el nombre de DAMARIUM (Dm) derivado
de Danemark, para otro elemento.
Siguiendo la moda geográfica, el
WELSIUM, de Eder, en 1920, tiene el mismo significado que el CELTIUM
de Urbain. El DACINIUM o DACIUM, de De Separet en 1937,
que el MOLDAVIUM de Hulubei, y el CAROLINIUM, que surge
en 1900, igual que el ALABAMIUM, VIRGINIUM e ILLINIUM,
que aparecerán posteriormente, y que recordarán los diferentes estados
norteamericanos.
Antes tenemos el VESBIUM, de Scacchi, en 1879, para
identificar al metal que producía helio, en las lavas el Vesubio. Por
fin, uno de los elementos más curiosos sería el JOSEFINIUM (Jf),
ya que al contrario de la ley general, dió nombre al mineral josefinita,
y a su vez lo toma del condado de Oregón, donde Nickeleisen lo encontró. Igualmente aunque se crea que el FLORENCIUM inició la moda geográfica de los nombres de
ciudades actuales, que antes habían sido antiguas, como con el LUTECIUM,
el HOLMIUM y el HAFNIUM, mucho antes, en 1789 Josiah Wedgwald,
cree haber encontrado el SYDNEYIUM
[3]
, semejante al Molibdenum, en un mineral de
Nueva Gales del Sur, y en 1916, el austríaco Eder, bautiza a otro elemento
como DUBHIUM, basado en el Dubh
[4]
Linn, nombre antiguo de la actual Dublín,
que debe su nombre a haberse edificado en una zona pantanosa de la desembocadura
del río Liffey, caracterizada por sus aguas negras. Incluso va a aparecer
un THULIUM II, que introduce Nernts en 1921, casi al mismo tiempo
que el HAFNIUM y en su misma posición.
Los nombres de los minerales tan
usados para bautizar a los metales
de las Tierras Raras, también serán reiteradamente empleados. El circón
o circonita, que caracteriza al ZIRCONIUM, también nominará al seudometal encontrado por Sorby
en 1869, en ese mismo mineral; lo llama retomando su sentido original
JARGONIUM (Ja), que también podría ser un eka circonio. Antes,
en 1825 en otro mineral afin, la ostranita (ZrSO4), Breithaupt,
identifica el OSTRANIUM (Ot), que se caracterizaría por ser casi
infusible. En el mismo caso está el NIGRIUM (Ng), de Dahl, extraído
en 1879, de la nigrita, una especie de ilmenita, de color negro oscuro,
por llevar un componente de óxido férrico, que también se creyó cubría
el hueco del elemento 72. Podemos
incluir en este apartado al DIANIUM (Da), de von Kobell en 1860,
aislado de la dianita, una especie de columbita, que él mismo había bautizado
en ese mismo año y al COLUMBIUM (Cb)
identificado por Smith en 1879, diferente del primitivo columbium
de Hachett, de 1801 (que sería después en 1845 el niobio, de Rose).
La moda astronómica de utilizada
para bautizar al CERIUM, JUNONIUM, VESTIUM (dos veces,
Sniadecki, en 1808 y Von West, en 1818) y VESTALIUM, que no eran
más que otros cadmios, será empleada otra vez por Von West, para nombrar
al SIRIUM, en 1818. No debemos olvidar al PLUTONIUM de Clarke en 1815
[5]
y al NEPTUNIUM de Hermann en 1850.
Posteriormente se vería reforzada con el ALDEBARANIUM y CASSIOPEIUM
de Aus von Welbasch en 1906, que imitaría el austríaco Eder, con el DENEBIUM
(Db), en 1916, en el campo de los elementos de las tierras raras;
todos estos nombres, se refieren a constelaciones y no a estrellas, planetas
o asteroides, y salvo el cassiopeium que proviene del griego, lo toman
del árabe.
También las propiedades, que había
sido el argumento principal para Abautizar@ a los elementos químicos durante
muchos siglos, van a ser más tarde, escasamente empleadas. Así lo hizo
Lampadius en 1818, para su VODANIUM (Vo, de voda, agua
[6]
en ruso y en las demás lenguas eslavas),
por su solubilidad, Boase en 1836, para el TREENIUM por su apariencia
vegetal
[7]
y Phipson en 1881 para su ACTINIUM
(Ac) por sus propiedades luminiscentes, mientras que el CRODONIUM
[8]
, separado por Trommsdorf en 1820, lo hace
por sus características físicas y el MASRIUM
[9]
de Richmond, en 1892, por su estructura externa.
La idea tan utilizada de emplear
las incógnitas X,Y y Z, para elementos desconocidos, la empleará Crookes
que ya había bautizado al MONIUM, VICTORIUM, IONIUM,
para el INCOGNITUM (Ic), en 1905.
Los nombres honoríficos usados
para el DAVYUM (Da) de Kern (1877), el MOSANDRIUM (Ms) de
Smith (1877) y antes el KLAPROTHIUM y el GAHNIUM, de Berzelius, también serán utilizados por Baskerville en
1903, para bautizar a su BERZELIUM (Bz), y por Prat en 1947, para nombrar al LAVOESIUM
(Lv), recordando respectivamente al inglés Davy, a los suecos Mosander
y Berzelius, los alemanes Klaproth y Gahn y al francés Lavoisier.
Otro hecho que va a aportar nuevos
nombres, es la teoría de los meta elementos de Crookes. Este científico
ya muy famoso a finales del siglo XIX, y que disponía de la revista Chemical
News, que editaba, va a sugerir que los elementos se forman a partir de
la mezcla o reunión de otros; los metalementos, que surgirán en las diferentes
familias. Así aparece en 1895, el METACERIUM de Brauner, como en
otras familias había surgido el META ARGÓN, de Ramsay.
[1]
La raíz de DONAR (trueno), que
da nombre al seudo elemento, está en la indoeuropea *(s) ten, que da
el sánscrito stan, el griego στέvω, y el latín tonar,
y el noruego dialectal tor. Por eso realmente el torio, el donario y
el donio, son etimológicamente el mismo nombre.
[2]
Noruega es NORGE, en su idioma
y hace referencia a los hombres y países del norte. El origen del término,
está en el sentido de la orientación,
dado que si nos enfrentamos al nacimiento del sol, a nuestra izquierda
está el norte. Así en osco umbrío, nertro es izquierda, tal como el
griego vέρτερoς.
[3]
El SYDNEYIUM, deriva a través de la ciudad australiana
de Sydney, de lord Sydney, Thomas Townshend, que la fundó en 1788, con
el objetivo de establecer un presidio
colonial, sólo un año antes de haberse encontrado el mineral en sus
alrededores.
[4]
En antiguo irlandés Dublín se
conocía como Dubh Linn, y en viejo noruego como Dyfflin, derivado de
dubh, pantano, lodazal, zona de aguas negras, que se formaba en la desembocadura
del río.
La raiz Dub, es
indoeuropea, y no sólo se encuentra en celta con ese significado, sino
también aparece, en letón como dubl=i, y en lituano
como dumblas, en el sentido de cieno del fondo del río.
[5]
Realmente, el nombre no siguió la moda astronómica,
que prácticamente casi no había comenzado, sino la mitológica, por obtenerse
el bario por descomposición térmica, refiriéndose a Plutón, dios de
los infiernos, donde suponía hacía mucho calor.
[6]
La raíz es la indoeuropea *wodÇr, que también
dará el water inglés y el wasser alemán.
[7]
El TREENIUM, deriva de tree, árbol en inglés, común
a las lenguas anglosajónicas, por derivar de la raíz indoeuropea *doru
y *derwo (según P.Walde y Osthoff), en el sentido de origen vegetal
(madera, o procedente de la agricultura). Así aparece en el viejo noruego
como tr, en el danés como
troe, en sueco trä, en viejo
inglés trow, en checoslovaco
drvo, serbocroata
drvo, y antes en griego δόρυ, en sánscrito d~ru y en avéstico
d~uru.
[8]
El CRODONIUM, proviene de la
raíz germánica Krode, o Krote, con el significado de confinar con presión,
encerrar, que da también los términos antiguos ingleses crude, cread
y croden.
[9]
El MASRIUM, tiene la misma raíz
que el MASURIUM, aunque haya sido empleado en contextos completamente
diferentes por sus bautizadores, y hace referencia en este caso a granos
(raíz *maes), por la forma en que aparecía el metal.